Llevo investigando varios meses, con una pregunta en mente: ¿cómo son las organizaciones que generan talento? El talento es una palabra que está de moda. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de «Talento», en el ámbito de las organizaciones? ¿Por qué lo consideramos tan importante? Esta  investigación me ha permitido profundizar en el estudio de las dinámicas en juego dentro de las organizaciones, y enriquecerme con la experiencia de otros, a través de conversaciones que me están aportando muchísimo. Me considero afortunada por lo que estoy aprendiendo en este viaje, y espero poder compartir a futuro los frutos que nazcan de todo ello.

Desde mis inicios, vi la importancia que tenía una intuición que se encuentra en la base de mucho de lo que he leído y escuchado: de alguna manera, las organizaciones capaces de generar el mejor talento colocan en el centro de su estrategia a las personas. Una organización con talento sería una organización centrada en las personas, y en todas las posibilidades que éstas pueden generar cuando desarrollan todo su potencial, ya lo hagan solas o en unión con otras.

Cuando  hablo de personas, lo hago con una serie de espacios fundamentales en mente, que son vitales para la generación de talento individual y colectivo.

El primer espacio es el individual, en el que una persona desarrolla su talento cultivando tres dominios principales: el dominio del conocimiento, el dominio de la emoción y la relación, y el dominio de la acción y la decisión. Las organizaciones nos brindan una oportunidad maravillosa para el desarrollo personal si la sabemos aprovechar, cultivando estos tres dominios personales y dando lo mejor de nosotros, solos y en unión con otros.

El segundo espacio es el de los equipos, centrados en una serie de objetivos que se tratan de conseguir con el esfuerzo de todos, y aprovechando el potencial de los que forman parte de ellos. Los equipos nos permiten trabajar destrezas diferentes a las que trabajamos individualmente, suponen un enorme desafío que puede generar cosas valiosas. Los equipos centrados en aprovechar el talento de todos sus miembros y en producir talento colectivo benefician a las organizaciones.

El tercer espacio sería el de la organización. Una organización es una persona jurídica. Me encanta esta figura, que el Derecho nos ha proporcionado para poder ampliar nuestras posibilidades más allá del trabajo individual. Para hacer posible que las ideas surgidas de individuos (personas físicas) puedan realizarse y ponerse en marcha con eficacia, el Derecho inventó una ficción maravillosa, con efectos que pueden ser enormemente beneficiosos para la comunidad. La ficción de la persona jurídica facilita que de la implementación de ideas surgidas de individuos concretos nazcan compromisos, y se pueda exigir fidelidad a los compromisos adquiridos con los clientes, con los que impulsaron el proyecto o los que  se incorporan al mismo de diferentes maneras, y en última instancia con las comunidades de las que forman parte (legales, sociales). Una persona jurídica, una organización, es una idea en movimiento, repleta de posibilidades.

El cuarto espacio sería el de los clientes, las personas (físicas o jurídicas) a las que van dirigidas los productos y servicios que las organizaciones ofrecen. Una estrategia corporativa centrada en la persona como cliente nos devuelve a nuestros inicios, a la razón por la que la idea se puso en marcha, en nuestra propuesta de valor como organización. Las personas que acuden a nosotros se benefician de una estrategia centrada en sus necesidades.

El quinto espacio es el de la comunidad, que puede recibir los efectos positivos del trabajo desarrollado por las personas individuales y por las personas jurídicas que tratan de hacer realidad la idea que las impulsó a nacer. Cuando las organizaciones cobran conciencia del enorme valor que pueden aportar al entorno del que forman parte, las ganancias son inmensas.

Una organización que coloque en el centro de su estrategia a las personas, tiene en cuenta a éstas interactuando en cada uno de estos espacios. Los cultiva, con las personas en el núcleo de las decisiones que se toman.

Hay un par de cuestiones que me he encontrado una y otra vez a lo largo de estos meses, tanto que he llegado a la conclusión de que son dos pilares básicos para el desarrollo de las organizaciones, y que de alguna manera funcionan de manera transversal. Se trata de la cultura organizativa, y del liderazgo; una cultura centrada en las personas y un liderazgo que potencie a la persona en todas sus dimensiones, individuales y colectivas.

El liderazgo debe darse transversalmente, en todos los espacios que existen dentro de una organización. El liderazgo interior nos permite construir desde nuestra historia personal y desde nuestras capacidades, tratando de emplearlas de la mejor manera posible. El liderazgo eficaz en los equipos de trabajo aporta una dirección clara, genera una atmósfera motivadora que permite a los individuos desplegar lo mejor de sí mismos, y facilita el camino para que el equipo cuente con los recursos  necesarios para que su labor pueda realizarse con éxito. Sobre esto último, me gustaría añadir algo: un equipo cuenta con los recursos necesarios cuando consigue reunir las destrezas, competencias, conocimientos, recursos materiales, tiempo, oportunidades para la acción, etc, que requiere para funcionar eficazmente. El líder del equipo puede ser un gran facilitador en este sentido. Por último, un liderazgo organizativo inspirador alimenta una cultura que permite a las organizaciones cumplir con su misión, visión y valores.

Aunque a veces lo olvidemos, las personas están en el núcleo de las organizaciones. Las personas en todas sus dimensiones.

 

 

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