La innovación, como señala Gregorio Luri, nos coloca justo en la frontera del futuro. Ser innovador es vivir al lado de esa frontera. Esa continua exposición a lo que está por venir, a las múltiples posibilidades que podrían realizarse, a las tendencias que se están desplegando a nuestro alrededor, nos lleva en la mayoría de las ocasiones a convivir con la aceleración y el riesgo, y generan en nosotros una enorme incertidumbre. Las innovaciones tecnológicas surgen en entornos volátiles y complejos, difíciles de leer. La innovación contiene dentro de ella la semilla de la oportunidad, pero nos embarca en un viaje caracterizado por el ritmo apresurado y que requiere grandes dosis de valor para emprender acciones y tomar las mejores decisiones. ¿Cuál de los escenarios futuros que se empiezan a dibujar a nuestro alrededor será el que se imponga? ¿Cómo sé que mi apuesta es la adecuada?

En los momentos en los que nos enfrentamos a cambios profundos y a decisiones difíciles, debemos recordar que no podemos delegar en otros la percepción, la capacidad reflexiva, y sobre todo la construcción de modelos mentales eficaces que nos ayuden a entender el mundo. Cuando todo a nuestro alrededor se convierte en una vorágine, la solución adecuada siempre será la que parta de un viaje hacia nuestro propio interior. Peter Drucker nos aseguraba que la mejor forma de predecir el futuro era creándolo. Con ello, venía a recordarnos que lo importante es que hagamos lo posible por llevar a efecto nuestra propia visión. El viaje no es de afuera adentro, sino de adentro afuera.

Es importante que adquiramos las herramientas que nos permitirán comprender mejor lo que sucede, resolver problemas de manera eficaz y tomar las mejores decisiones. La herramienta de los modelos mentales es una de las más poderosas. El concepto se conoce sobre todo por el trabajo de Philip N. Johnson-Laird, que señalaba que los seres humanos construimos modelos mentales del mundo, y lo hacemos empleando procesos mentales tácitos. Comprendemos el mundo construyendo réplicas mentales internas de lo que sucede a nuestro alrededor, de las relaciones entre eventos y objetos que nos conciernen. La mente, a juicio de Johnson-Laird, es una herramienta de construcción de modelos (1)

Nos vemos inundados a diario por una cantidad ingente de información de todo tipo. Para poder convertir esa información en conocimiento valioso para nosotros, es decir, para poder dar sentido a la que nos llega, debemos hacer el esfuerzo por comprender. Como señala José Antonio Marina (2), comprendemos algo cuando alguna de las redes o modelos que tenemos en la memoria reconoce la nueva información como suya y la integra. El esfuerzo que hago para comprender consiste en tantear cuál de mis modelos mentales puede asimilar esa información. Los expertos manejan modelos mentales más ricos que los novatos, redes de conocimientos más fértiles.

Antonio Damasio (3) nos recuerda que el cerebro levanta mapas del mundo a su alrededor, así como de sus propias actividades. Estos mapas se experimentan como imágenes en la menta humana, y pueden ser de diferente tipo (visuales, sensoriales, auditivas, viscerales, táctiles..) Los mapas son los patrones con los que nos representamos el mundo, las cosas y los acontecimientos situados fuera del cerebro (ya sea en el mundo exterior, en el propio cuerpo, o en los procesos de pensamiento del cerebro). Esta cartografía del mundo nos permite comprenderlo y navegar en él en las mejores condiciones.  Roger Schank y Robert Abelson hablan de “guiones” (4) como base de un modelo dinámico de la memoria, que los emplea junto a otras estructuras de conocimiento como los planes para entender la experiencia y para acceder a experiencias previas relevantes. Los tres términos (modelos mentales, mapas y guiones), coinciden en la importancia de lo que José Antonio Marina denomina esquemas A-G, es decir,  esquemas de la memoria dedicados a asimilar y generar información (5), las redes neuronales que nos permiten hacer el mejor uso posible de nuestra memoria personal. Cada persona es responsable de construir, organizar y alimentar de la mejor manera posible su memoria personal, su propia biografía. La memoria es la fuente del inconsciente, del nivel de la inteligencia que genera múltiples ocurrencias creadoras. Y la memoria es, en última instancia, fuente de innovación, de generación de novedades valiosas.

Van Merrienböer y Kirschner (6) han diseñado un modelo de diez pasos para lograr lo que denominan un “aprendizaje complejo”, fundamental en los entornos tan cambiantes en los que nos movemos,  y los modelos mentales son parte importante de ese modelo. A juicio de los autores, estos modelos ayudan a las personas que se enfrentan a una tarea a entender el dominio en el que van a funcionar; a razonar, dar explicaciones y a hacer predicciones en el mismo. Los modelos mentales son de varios tipos, según nos ayuden a responder a la pregunta “¿qué es esto?” (modelos conceptuales), “¿cómo funciona esto?” (modelos causales), o “¿cómo está construido esto?” (modelos estructurales). Los modelos mentales especifican cómo las personas competentes en el dominio lo organizan de forma tal que pueden razonar sobre ello para apoyar la resolución de problemas y la toma de decisiones en él. Permiten la interconexión de hechos y conceptos a través de la definición de relaciones con sentido.

Como señalan Van Merrienböer y Kirschner, los modelos causales se alimentan de conceptos. Nos hablan de objetos, eventos, atributos, rasgos, propiedades de las cosas. Las taxonomías o las partes de un todo son modelos conceptuales. Este tipo de modelos son especialmente valiosos en aquellos dominios en los que abundan las descripciones, las clasificaciones o los razonamientos cualitativos (disciplinas como la Historia o el Derecho). Los modelos estructurales ayudan a localizar las cosas en el tiempo y en el espacio. Nos ayudan a entender cómo se organiza o construye un dominio. Incluyen los planos, los guiones (entendidos como secuencias de eventos o actividades que ayudan a localizar en el tiempo), o los “templates” (que describen relaciones espaciales entre elementos). Este tipo de modelos son particularmente útiles en los dominios que requieren del análisis o el diseño (disciplinas como la ingeniería o la arquitectura). Por último, los modelos causales ayudan a entender cómo funcionan las cosas, las relaciones causa-efecto que se dan entre objetos y eventos, y los procesos naturales. Incluyen principios, teorías, modelos funcionales (los principios aplicables en la ingeniería de sistemas). Son de gran utilidad en los dominios que requieren de explicaciones, diagnósticos, predicciones (disciplinas como las Ciencias Naturales o las medicinas, las Ciencias Sociales…)

Los modelos mentales son una poderosa herramienta para poder entender los entornos en los que nos movemos y para construir un conocimiento valioso y efectivo que nos permita amplificar nuestra realidad. Una persona con talento maneja buenos modelos mentales. El factor G (generador de ocurrencias) del talento dual se alimenta de ellos.

NOTAS

(1)-Johnson-Laird, Philip N. “Mental Models”. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1983.
(2)-Marina, J.A. “Objetivo Generar Talento. Cómo poner en acción la inteligencia” Conecta, Barcelona, 2016
(3)-Damasio, Antonio “Y el cerebro creó al hombre”. Destino, Barcelona, 2010.
(4)-Schank, Roger y Abelson, Robert “Scripts, Plans, Goals and Understanding: Inquiry into Human Knowledge Structures (The artificial intelligence series)” John Wiley and Sons, Nueva York, 1977
(5) –Marina, J.A ,opus cit.
(6)-Van Merrienböer, Jeroen J.G., y Kirschner, Paul A. “Ten steps to complex learning (second edition). A systematic approach to four-component instructional design”. Routledge, Nueva York, 2013

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