“Cambia tu forma de atender, y un nuevo mundo irá surgiendo” (Otto Scharmer)

Daniel Goleman señala que en un artículo de la Harvard Business Review (1) que una de las tareas principales que deben realizar los líderes es aprender a focalizar su atención.  Goleman agrupa los modos de atención en tres grupos:

  • Focalización de la atención sobre uno mismo (autoconciencia y autocontrol)
  • Focalización de la atención sobre los otros (la tríada de la empatía: empatía cognitiva, empatía emocional y preocupación empática por las necesidades de los demás)
  • Focalización de la atención sobre el entorno.

Los dos primeros mejoran la inteligencia emocional; el último puede mejorar la habilidad de diseñar estrategias, innovar y gestionar organizaciones. Siendo importantes los dos primeros modos de focalizar la atención, que se refieren al dominio sobre uno mismo y a la inteligencia interpersonal, me interesa destacar en este artículo las posibilidades que ofrece la tercera forma de focalizar la atención.

Cuando ponemos el foco sobre nuestro entorno de manera eficaz, trabajamos destrezas como las del descubrimiento de oportunidades en lo que nos rodea, fundamentales para desarrollar el pensamiento estratégico y la creatividad. Atender a las llamadas de nuestro entorno nos abre un abanico enorme de posibilidades para el progreso personal, el desarrollo organizativo y la innovación.

Israel M. Kirzner (2) asociaba la noción de “descubrimiento” con la creatividad y con la perspicacia o capacidad de alerta. El considera que el contexto en que se realizan los descubrimientos es un contexto de radical incertidumbre, lleno de obstáculos pero a la vez abierto a múltiples posibilidades, si logramos permanecer atentos a nuestro entorno y a las posibilidades que este encierra. El descubrimiento, a juicio de Kirzner, implica un cierto conocimiento previo, empleado de una determinada manera.

Kirzner realiza una distinción entre el hecho de descubrir algo con valor en virtud de un cierta capacidad de atención que tenemos desarrollada, y su producción deliberada. En los procesos de producción deliberada, el “output” simplemente se extrae de los “inputs”, es decir, el producto aparece como enteramente contenido de antemano en los recursos. Para que esto sea posible, la relación de recursos o factores debe ser completa e incluir todos los conocimientos y habilidades relevantes. La mera presencia de los factores asegura la emergencia del producto, de modo que el dominio sobre aquéllos equivale a un completo dominio sobre éste. Una vez que hemos tomado la decisión de producir, la emergencia del producto es inevitable.

Sin embargo, los objetos valiosos que resultan de un descubrimiento de ninguna manera pueden atribuirse, en absoluto, a los recursos, asegura Kirzner. No existe nada en el pasado que inevitablemente conduzca a la ocurrencia de un descubrimiento. El descubrimiento no es deliberado, en el sentido de que no se emplea ningún factor alguno para llegar a él. El descubrimiento se atribuye a la perspicacia, a la capacidad humana de prestar atención o estar alerta para ver “más allá de los aparentemente dado”. Es un proceso heurístico, que se sale de los caminos establecidos. El descubridor no tiene en principio la menor idea de que haya algo que pueda ser descubierto. Y a la capacidad de atención debe añadir elementos como la suerte o la capacidad. El descubrimiento de algo no puede en modo alguno referirse sin más a la existencia de algo anterior. El proceso heurístico no es un proceso de conversión, pues cada descubrimiento no es sino una genuina novedad: ninguno puede explicarse sólo por el pasado.

El descubrimiento no es lo mismo que la búsqueda. Como resultado de un proceso de búsqueda, alguien podría “encontrar” algo valioso en pos de lo cual andaba. Descubrir es tener los ojos lo suficientemente abiertos como para darse cuenta de lo que tiene ante ellos. En la búsqueda, existe una buena cantidad de conocimiento previo que la motiva y hace posible. Un descubrimiento tiene siempre un algo de sorpresa agradable. Una búsqueda con éxito bien puede implicar un final feliz, pero difícilmente sorpresa. La búsqueda disipa una ignorancia conocida, pues quien busca conoce exactamente la naturaleza de su ignorancia y el procedimiento para disiparla. Por el contrario, lo que un descubridor descubre es un conocimiento de cuya misma ignorancia no era anteriormente consciente.

El término “error” se reserva generalmente para actividades que se emprenden sin sacar todo el juego a una información de la que se dispone. El descubrimiento produce conocimiento sin coste alguno, sin necesidad de sacrificar nada. Se trataba de un conocimiento ignorado tan sólo porque no se había advertido que estaba disponible gratis y sin esfuerzo, y es esta falta de advertencia precisamente lo que constituye un error. En este sentido, un descubrimiento sí que constituye la advertencia y corrección de un error anterior.

La posibilidad del error hace posible el “descubrimiento”. Sin él, se atribuiría el mejoramiento de la propia situación a la mera explicación o desarrollo de algo ya implícito en los factores (sobre los que ya se tenía el control”), o la pura casualidad. Si reconocemos la presencia del error, entonces también debemos lógicamente aceptar la posibilidad de su corrección.

Como bien señala Kirzner, las cosas buenas que nos ocurren se deben a nuestra capacidad de estar alerta y captar oportunidades que están a nuestro lado. Lo que nos pone alerta y nos permite ver una oportunidad previamente inadvertida no es la pura buena suerte, sino una fuerte motivación: centrar intencionalmente la atención. La percepción de oportunidades favorables depende del grado de atención que el potencial observador sea capaz de prestar.

El descubrimiento, en definitiva, aúna la buena suerte y la perspicacia humana. La existencia de una oportunidad significa poco para el bienestar humano mientras no sea advertida y aprovechada. Kirzner defiende que el descubrimiento crea valor económico. Es un valor creado. El productor realiza una decisión creativa: reconoce entre factores  una oportunidad de producir algo valioso. Se  constituye en causa. Existe un elemento creativo en cualquier proceso productivo real.

NOTAS

(1)-Goleman, Daniel “The focused Leader”. Harvard Business Review, diciembre de 2013
– Goleman, Daniel “Focus. Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia”. Barcelona, Kairós, 2013

(2)-Kirzner, Israel M. “Creatividad, capitalismo y justicia distributiva”. Madrid, Unión Editorial, 1995, pgs 65-91

 

 

 

 

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